La palabra turquesa es muy antigua y de origen indeterminado. Deriva del francés pierre turquoise (piedra turca). Se piensa que esto surge de una confusión, ya que en Turquía no hay turquesas y en realidad los turcos sólo hacían de intermediarios entre Asia y Oriente Medio y Occidente.
Es una piedra porosa formada por fosfato de aluminio, cobre y hierro. Su color es tan variable como el resto de sus propiedades, abarcando desde el blanco hasta el azul oscuro y el azul cielo, y desde el azul-verdoso hasta el verde-amarillento. El color azul es atribuido al cobre, mientras que el verde puede ser el resultado de impurezas de hierro o la deshidratación. Tiene una dureza de 5´5 en la escala de Mohs.
La pureza de color es el factor determinante del valor de una turquesa: en general, el color más apreciado es el azul oscuro, decreciendo el valor con el incremento de matices verdosos, el desvanecimiento del color y las manchas. Sin embargo, en el Tíbet se prefieren en color azul más verdoso. Cualquiera sea el color, la turquesa no debe ser excesivamente blanda o calcárea, incluso si está «curada», tal material (que la mayoría de las turquesas poseen) es capaz de desvanecerse o decolorarse después de cierto tiempo y no es apropiado para el uso en joyería.
Para finalizar, os dejamos con una pequeña lista de «propiedades mágicas» que se le atribuyen:
- Actúa sobre la comunicación y la facilidad de palabras.
- Aumenta la sabiduría, el ingenio y la agudeza mental. Es muy útil para los estudiantes.
- Es portadora de prosperidad y suerte en asuntos de trabajo y económicos.
- Conocida como la piedra de la alegría y el bienestar. Absorbe la energía negativa.
- Aumenta tu estado de atención. Clarifica tus ideas y atrae la creatividad.
fuente: Wikipedia.es
Deja un comentario